Lo que siento y lo que esperaba

No sé cómo explicar este nudo en el pecho. Es como si llevara un peso que no me deja respirar del todo. No se trata solo de que alguien se haya ido, sino de lo que esa persona representaba para mí en ese momento. Lo que soñé. Lo que esperé. Lo que quise construir.

Esperaba encontrar calma. Esa sensación de poder ser yo misma sin tener que justificar mi forma de amar, de sentir, de entregarme. Esperaba que esta vez sí. Que esta vez fuera diferente. Que las heridas del pasado encontraran un lugar donde pudieran cerrar sin miedo a ser abiertas de nuevo.

Esperaba reciprocidad. No perfección, no promesas vacías, solo un «yo también quiero intentarlo». Esperaba ganas. Ganas de conocerme más allá de lo evidente. Ganas de quedarse. Ganas de construir, no solo de hablar.

Pero me encontré con silencios. Con evasivas. Con señales confusas que me hicieron dudar de mí misma otra vez. Me encontré cuestionando si soy demasiado, si mi forma de amar espanta, si siempre seré esa que siente más, que pide más, que espera más.

Y duele. Duele porque cuando tienes tanto amor por dar, cuando te ilusionas con algo que parece real, y de repente se convierte en nada… el vacío es brutal. No es solo la ausencia de esa persona, es la ausencia del futuro que soñaste.

Hoy escribo esto para no tragarme más palabras. Para no seguir acumulando lágrimas en silencio. Para recordarme que sentir no es un defecto. Que esperar algo bonito no es un crimen. Y que merezco a alguien que no me haga dudar de eso.

Porque yo esperaba un amor bonito. Uno que no se escondiera, que no huyera. Uno que se quedara.

Y aunque esta vez no fue, sigo creyendo que ese amor existe. Y que cuando llegue, no tendré que mendigarlo.

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Soy Milca

Soy Milca Peguero, dominicana y mercadóloga de profesión, pero sobre todo una mujer que escribe desde niña porque encontró en las palabras una forma de entenderse y sanar. La escritura es mi refugio y mi terapia; a través de ella convierto vivencias, emociones y memorias en poemas, cartas y reflexiones que buscan acompañar a otras mujeres en sus propios procesos.

Más allá de lo profesional, soy una mujer cristiana, soltera y amante de los gatos — convivo con tres pequeños compañeros que me recuerdan lo simple y hermoso de la vida. Girasoles y Poemas es, en esencia, el eco de lo que soy: sensibilidad, resiliencia y amor por lo auténtico.