Felicidades,
tu capacidad para mentir es insuperable.
Con maestría tejiste tu red,
y yo, ingenua,
me enredé en cada palabra tuya,
en cada promesa vacía,
en cada caricia que disfrazaba el engaño.
Teniendo un amor bonito,
una historia construida en paralelo,
un nombre susurrado en secreto,
¿por qué buscaste en mí
lo que ya tenías en otro pecho?
¿Fui entretenimiento,
venganza,
o simple conveniencia?
Mientras más amor te daba,
más cruel te volvías.
Mientras más me entregaba,
más distancia ponías.
Mientras más creía en ti,
más mentías.
Tus ausencias tenían nombre.
Tus desapariciones, una razón.
Tus visitas de última hora
eran solo las migajas
que le sobran a quien ya está saciado.
Y yo, tonta de mí,
me convencí de que era suficiente,
cuando en realidad,
solo fui un eco en tu vida.
No hubo espacio para mí en tu mundo,
porque ya estaba ocupado.
No hubo intención de amarme,
porque el amor lo reservaste para otra.
No hubo respeto,
porque para ti,
yo solo era un puente,
un juego,
un error que fingiste que no existía.
Pero hoy,
desde la ceniza de tu traición,
me levanto.
Porque si algo aprendí de este incendio,
es que el fuego no destruye a quien es fuerte,
solo le da la oportunidad de renacer.
No fuiste mi final,
fuiste la chispa
que encendió mi nuevo comienzo.








Deja un comentario