La capacidad que tenemos los seres humanos de crecer es impresionante. Y no sólo me refiero a crecer en tamaño, sino en mentalidad, espiritualidad y madurez.
Así como se repite una y otra vez en la serie Once Upon a Time «toda magia tiene un precio», en la vida real toda decisión lo tiene por igual.
Hay veces que uno pone su vida en perspectiva y analiza sus deudas en función a las decisiones que tomó y en ocasiones quisiera devolver el tiempo y ser más sabio a la hora de actuar, pero como eso no es posible y la vida no es un relajo, toca aprender de la experiencia a medida que se paga el precio de los actos. Esa experiencia nos ayudará a exhortar a otros y a tomar mejores decisiones en el presente y futuro.
Aprender de los errores no es sencillo… Duele y mucho, pero gracias a Dios tenemos nuevas oportunidades para hacerlo bien y seguir adelante.
Lamentablemente no podemos huir de las deudas que vamos ganando por como vivimos y por más que nos escondamos y las evitemos, tarde o temprano nos tocará saldarlas.
Si nuestras malas decisiones dañaron personas, los mejores recursos que tenemos son la humildad y el perdón. Quizá no sea de inmediato, pero tarde o temprano tendremos la oportunidad de enmendar el error.
Seamos más sabios al tomar decisiones. No guiándonos por las emociones, sino preguntándonos ¿Cuál será la consecuencia de esta decisión?